Por Juan Rulfo.
Este texto, relatado por un joven, quien es el personaje principal, nos narra la historia de Macario, una persona aparentemente con problemas mentales. Quien desde su mente, nos habla del mal trato, y las agresiones que una persona como él sufre por el simple hecho de ser diferente al resto. Incansablemente le han repetido la historia de que terminará en el infierno, pagando por todo sus pecados, los cuales no son más que hechos que nos indican inocencia y no de una persona retorcida de pensamientos.
La madrina de Macario, a quien podríamos describir como antagonista, es la imagen de la sociedad que sólo repite lo que los demás digan o hagan, y que en la mente del narrador, es una persona malvada y desconsiderada, quien lejos de entender a la situación por la que pasa su ahijado, prefiere tapar el problema haciéndolo pasar como una persona sin solución y que merece ser tratado como si se tratase de un demonio.
Existe otro personaje en este cuento, quien tiene una relación mucho más compleja, y hasta un poco extraña con el personaje principal. Felipa es una persona amable, cariñosa y posiblemente tenga una atracción física por Macario, quien a lo largo del cuento nos relata lo que parece ser un intento de abuso sexual por parte de la señora, de la cual no se sabe con exactitud que parentesco o relación tiene con el chico, que aparentemente es menor de edad. Tanto así, que dejó que Macario chupase sus propios senos para alimentar a esa insaciable hambre que siempre tenía el inocente chico.
En conclusión, podemos decir que muchas veces, después de tanto oír las cosas negativas que dice la gente, terminamos por acreditar en ellas. Y más allá de tener problemas psicológicos; como en este caso, o no, siempre hay un impacto negativo en nuestra autoestima y seguridad. Y si nos dicen que merecemos el infierno, nosotros creemos que somos unas personas malvadas y que hay razón en ello.
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